PARAR... Detener, Suspender, Estacionarse, Hospedarse, Estar, Habitar, Levantar, Vivir, ... Sinónimos (podéis comprobar, ahora que disponemos de tiempo, que es así). Inspirar y retener por un instante, dos pulsaciones, tres segundos, 4 latidos, 5 pensamientos, que pasan de largo y Exhalar. Existir. Cuántas veces hemos sentido que el ritmo estaba acelerando. Que los acontecimientos se precipitaban, que galopaba el cambio. Y sí, el cambio (¡bendita ironía!) es una constante, que nos urge a crecer, que nos libera aún cuando no lo logramos comprender, inspirandonos a Ser. Para muchos de nosotros se detienen los relojes, se inmovilizan las agujas señalando la hora: El momento de quedarnos quietos. De llevar la acción hacia adentro, por amor al otro y a nosotros, por respeto. Congelar los impulsos, la inercia inconsciente en la que vivimos hacia fuera, experimentando la reclusión que trae el invierno días antes de la primavera. Paralizado el tic-tac, la prisa, la actividad, la diligencia, la Vida nos regala aquello que tantas veces pedímos: Tiempo. Quietud, calma, espacio para hacer lo que nuestro corazón desea. Encontrándonos en las puertas de la primavera las mariposas creativas en nuestro interior revolotean: escuchémoslas. Usemos este tiempo detenido para hacer aquello que tantas veces no hacemos por cansancio, obligaciones o pereza.
Cuidar de nuestro hogar más allá de las exigencias, por el placer de habitar en un lugar que nos eleva. Recapitular sobre nuestras existencias, valorar que nos sirve y que nos pesa, tanto el lo emocional como en la materia podemos hacer limpieza. Reencontrarnos con viejas pasiones como la pintura, la danza, la escritura, el canto, la costura... y con el placer que nos produce hacerlas: expandir nuestra creatividad expande nuestra esencia. Escuchar aquellos con los que compartimos nuestras vidas con presencia, sin prisa , ya sea en persona o en la distancia (que ahora nos acerca). Galopa el cambio hacia un horizonte que no vislumbramos y la mente gime ante la incertidumbre que la ciega. Calmémosla, amémosla. El horizonte, aunque difuso, puede ser una promesa: una nueva puesta de sol, nuevas ideas, nuevas formas de relacionarse, infinitas oportunidades de crecimiento y experiencia... Una nueva conciencia.
0 Comentarios
Tu comentario se publicará después de su aprobación.
Deja una respuesta. |
Autora,
|