¿Has oído hablar sobre la Recuperación del Alma? ¿Te resulta familiar este proceso de sanación tan bello y ancestral? Quizás sí, quizás no, pero seguro que recuerdas el cuento de Peter Pan. El entrañable chaval que no quería hacerse mayor y vivía en el "País de Nunca Jamás", una isla remota y mágica, dónde no existen las reglas y los niños que ahí viven son libres para jugar y explorar. ¿Recuerdas cómo se hacían llamar? "Los niños perdidos", este era el nombre de los niños que residían en "El País de Nunca Jamás". Niños con sueños, niños rebeldes, valientes y a veces tristes, pero todos con una clara y bella necesidad de libertad. Libres para ser aquello que responde a su verdad, a su propia, única y genuina autenticidad. Todos sin excepción venimos al mundo con esta necesidad del Ser (Alma) de libertad. Para poder compartir nuestra esencia singular con otros, para aprender y enseñar precisamente aquello que nos hace únicos. Lamentablemente el Alma no es comprendida (ni prioritaria) en la sociedad actual y para sobrevivir, para encajar, nos desconectamos de nuestra esencia y nos identificamos con el "personaje" (ego) cada vez más. Dando como resultado que la inmensa mayoría de nosotros tenga algún fragmento de su Alma en su "País de Nunca Jamás" particular. Parte (o partes) de esa esencia genuina que decidió o necesitó marchar para preservar su autenticidad. Un niño o una niña olvidado (tan joven y a la vez tan sabio), deseando volver al lugar que un día fue su hogar. El sincronismo mágico con el que la vida nos guía, ha hecho que estos dos últimos meses la mayoría de personas que he acompañado hayan precisado un proceso de Recuperación del Alma e incluso que este se diera de forma natural. Y yo también me he visto inmersa en la recuperación de fragmentos que necesitaban regresar: Pequeñas "yoes" de distintas edades cada una con una historia por contar. He sido una "madre" ocupada, ¡no lo voy a negar!, pero abrazar y acunar cada pequeña niña que en mi regresaba me ha traído más plenitud de la que puedo expresar.
Pregunté a los maestros al respecto de esta sincronicidad y esto fue lo que me respondieron con solemnidad: "Es el momento de que todos estos niños y niñas regresen a casa, a la matriz de la tierra, al hogar". Y sí, el hogar somos nosotros pero son estos pequeños quienes tienen mucho por enseñar. Estos fragmentos de Alma tienen dones y cualidades que recuperamos al darles lugar, pero más importante, el/la niñ@ que fuiste (que de algún modo siempre serás), te conoce mejor que nadie y si estás dispuest@ a escuharle puede ayudarte mucho en tu crecimiento personal. Somos una sociedad de Niños Perdidos, de adultos fragmentados con necesidad de volvernos a completar, de dejar de proyectar la responsabilidad en el otro, como si nos fuera ajena, para recuperar nuestro poder personal. Es necesario sanar nuestras heridas, la carencia que dejó el pasado que no supimos transitar, aquello que nuestro entorno proyectó en nosotros y los sucesos con los que tuvimos que lidiar. Y parece ser que la vida nos sonríe y nos anima "volved a casa pequeños míos, nadie os lastimará. Podéis volver pequeños, es hora de regresar a vuestro hogar".
0 Comentarios
Tu comentario se publicará después de su aprobación.
Deja una respuesta. |
Autora,
|